viernes, 17 de enero de 2014

Reflexión post tormenta... ¿post?


Han pasado unos meses… llenos de cosas pero han sido vagos meses.
Me pierdo bastante rápido queriendo tomar un hilo que cada vez se me vuelve más cotidiano y más  claro… pero aún me siento perdida.
Tengo claridades ajenas a mí, y mis propias claridades van caminando paralelamente en un universo perfecto que aún desconozco, pero que siento.
Y a veces siento cosas, y tengo certezas, pero sin saber cómo nacen, por qué nacen… pero ese “por qué” es una pregunta que aún me hago, prefiriendo estar ciega antes que ver con claridad lo que todo esto significa.
¿Post tormenta? ¿y cuándo termina la tormenta? ¿Cuándo empezó?
Yo sólo sé que aún pienso, aún lo pienso, aún la pienso… y pienso innecesariamente momentos que ya están plasmados y que nada puedo cambiar de eso… y en realidad ¿qué puedo cambiar? Si todo esto es el destino.
Sufro a veces porque siento, porque quiero, porque escucho también… por eso sufro. Y el sufrimiento es más claro que la belleza lejana a las palabras, por eso me pierdo.
La tormenta sigue y seguirá, porque finalmente así es esta vida que he decidido llevar –por ahora-. Después quién sabe lo que pasará. Por ahora, me envuelvo en esas claridades ajenas, porque todo tiene su tiempo, y el tiempo de mis claridades aún está lejano, aún es paralelo, pero aún soy joven. Por lo menos seré joven hasta donde quiera serlo.

Aún no sé preparar bien un discurso en la pre tormenta, y los discursos post tormenta sirven cuando hay certezas, y yo aquí aún no tengo muchas, porque es difícil saber si sentir el corazón o el cerebro porque las conexiones aún están en reparación, y por lo que ya sé, aún puede estar lejano, pero llegarán.  

Katerine Cayupel
Enero, 2014

miércoles, 13 de febrero de 2013

Cómo pasa todo.


¡Cómo pasa todo…!

¡Cómo pasa todo…!
Y el delirio…
Unos ahumándonos las manos
Y otros perfumándose el sentido…

Con lo ajeno se construye el paraíso
Congelado
                Inerte
                               Veleidoso.

¡Cómo pasa todo…!
La calle cubierta de piedrecillas,
Y los cerebros llenos de piedrecillas,
Y los corazones envueltos en piedrecillas.

Y las piedrecillas
Como robalos nadando en la nada…
Porque como nada el pez,
Nada el hombre.

¡Cómo pasa todo…!
El lamento…
Los llantos secos con el tiempo…
Mis manos partidas por la tierra.

Esa tierra que pasa cubierta de hormigas
Cansadas por la nada.
Y unos soñando con sueños de otros.
Y todo cubierto por piedrecillas…

Katerine Cayupel
Abril 2011

martes, 5 de febrero de 2013

Lamentos


Lamentos

Lamentos con olor a cigarro.
Maldito ese olor que me hostiga.
Que enfada mi memoria tranquila
Perturbándola con sarnosos pensamiento.

¡Vete! ¡Vete lejos!
No necesito de tu tormentosa presencia.
No quiero confusiones en plaga,
Quiero respirar el aire limpio cercano al río.

Y se pierde todo aquello
Que por las mañanas me congela.
Se pierde la brisa entre el calor y el humo,
Como la seguridad de mi destino.

Lamentos con olor a humo
¡Váyanse! ¡Váyanse lejos!
O mejor me voy yo…

Katerine Cayupel
Junio 2011


viernes, 30 de noviembre de 2012

Los cocidos


Los  cocidos

Los cocidos que toman vino en caja
Y se rajan con la copa quebrada
Más pulenta de todas las tiradas.
Aquellos cocidos que sobre el cartón sueñan.
Que miran el cielo burbujeando palabras locas,
Locas como el murmullo de la noche nublada
Que les mete conversa para olvidar la helada.

Los cocidos que van por la calle
Dueños de la verdad y la vida,
Y que bajo sus harapos guardan poemas y petacas,
Y lo que tienen de cocidos
No lo tienen de cosidas sus ropas.

Los cocidos que toman vino en caja
Que calientan sus almas con lo más lija del barrio,
Consolando el frío de sus pies medios morados
Que andan con zapatos
Alumbrando sus puntas y que ni siquiera están cosidos.

Yo vi a los cocidos.
Estimé al cocido Jimy
Que se lo llevó el fuego que no perdona.
El que se consumió los lamentos rancios,
Y que bajo el alero del viento y la noche clara
Terminaron de cocer su cuerpo noble y viejo
Que murmuró su nombre y se llevó el vino añejo.  

Noviembre. 2012
Katerine Cayupel

sábado, 18 de agosto de 2012

Extrañar y querer.


Llegué a una extraña conclusión: Creo que no sé querer.
¡Yo sé extrañar muy bien! Lo hago siempre y lo digo siempre. Los recuerdos realmente alimentan mi alma… la llevan de alegría porque siempre recuerdo las mejores cosas, esas que me han traído mucha felicidad. Entonces a quienes realmente extraño es porque me han hecho feliz.
Pero digo que no sé querer, no porque no quiera, sino que porque la gente me agobia muchas veces. Es algo que he concluido con el tiempo y finalmente dando importancia a las cosas que si la tienen.
Yo quiero, pero pasar tiempo de más con mis estimados no me sienta muy bien.
Estos días he podido hablar y estar con gente que no veía hace años y a las cuales quiero muchísimo. Y me he sentido bien porque el tiempo que pasamos es el suficiente. Una tarde, un día, un almuerzo, unas cervezas, un helado, unas cuantas horas que han servido para recordar viejos tiempos y conocer en qué estamos y cómo va nuestra vida. Eso me ha hecho muy bien. Pero sé que si los viera todos los días y hablar todos los días, sería realmente agotador y agobiante.
Hay gente que teme a la soledad, que necesita hablar con alguien, sentir a alguien a su lado, sentir gente a su alrededor. Justamente eso es lo que yo evito. Porque me gusta mi soledad, me gusta pensar, escuchar música, perderme en cosas que a mí me gustan, que a mí me llaman.
Este último tiempo y precisamente luego de lecturas que encontré por casualidad, pero que me han sorprendido y han surtido un gran efecto en mí, me he dado cuenta de todas estas cosas, de todos los pensamientos y todos los sentimientos. Y hasta lo más oscuro se torna claro. Y hasta lo más perverso se vuelve inocente. Y hasta lo más extraño se vuelve cotidiano. Todo está más claro. 

Principios de Agosto, 2012
Katerine Cayupel

viernes, 3 de agosto de 2012

Soy para vivir - María Colores.

Soy para vivir.
(María Colores)

Sin llorar me veo frente a ti. 
Te digo no es azar de ser feliz. 
Sin querer me voy sin avisar. 
Me subo en el andén camino al sol. 

No me busques donde no estoy.
Yo no me pierdo, sólo me voy. 

Caigo sobre el mar y me separo en mil.
Junto el corazón y vuelvo a subir. 
Flores en mi voz me cantan al dormir. 
Vivo para ser, soy para vivir. 

Sin afán me queda contemplar
las marcas de tu piel de camaleón. 
Sin temor me doy en un caudal 
y danzo hasta romper mi cascarón. 

No hay palabras para sentir,
sólo latidos que compartir. 

Caigo sobre el mar y me separo en mil.
Junto el corazón y vuelvo a subir. 
Flores en mi voz me cantan al dormir. 
Vivo para ser, soy para vivir. 

Caigo sobre el mar y me separo en mil.
Junto el corazón y vuelvo a subir. 
Flores en mi voz me cantan al dormir. 
Vivo para ser, soy para vivir...



No hay más que decir. Esta canción dice mucho.

lunes, 30 de julio de 2012

La vida desde una mirada diferente


La vida desde una mirada diferente.

Entre otros escritos que hice mientras pensaba y pensaba cómo describir lo que sentía, me encontré con una reflexión que salió de mí ser, casi impulsivamente. Me di cuenta que la VIDA era como el futbol. Sí, ese futbol que algunos les gusta y que otros  detestan tanto. Ese futbol que apasiona y que a otros le importa la nada misma.
¿Por qué llegué yo a concluir que la vida era como el futbol?
Antes de eso, comparé a la “GENTE” (palabra que por estos días se me hace algo extraña) con el futbol. Y como dije también antes, fue casi como un acto impulsivo. Mientras meditaba sobre otras cosas relacionadas, entendí que la gente, para mí, es como el futbol, para mí. Un pasatiempo, un juego, una entretenimiento. ¿Por qué? Es así… la gente, cercana o distante es un pasatiempo para mi hostil forma de ser, aunque, debo decirlo, el futbol me divierte mucho más.  
Uno puede ganar, empatar o perder. Puedes brillar y estar en lo más alto, pero también puedes tocar el suelo con la frente embarrada. Puede que la gente que eleve por los cielos, y también que te critiquen y que te pisoteen como quieren. Puedes jugar bien, jugar mal, irte, volver, ser amonestado o ser expulsado. Y todo esto tiene su gracia de entretenimiento, como lo es para mí la gente.
Hay quienes hablan de ti creyendo conocerte bien, y pueden decir si eres bueno, malo, si brillas o si no brillas, si sirves o no, si te quieren o te desprecian. Y todo esto no es más que un simple juego al que estamos dedicados a jugar.
Ahora. La vida como futbol también tiene otras cosas. Lo anterior era relacionado con Gente-futbol. Ahora es la vida, tan volátil como ella sola, la que es comparada con el futbol. Hay muchos tipos de juegos: 1) Los de pase (como me gustan a mi): tranquilos, analizados, decididos, casi milimetrados. Este juego es quizás para algunos, aburrido. Pero al final, es el que más te ayuda a aprender y analizar. Te detienes, piensas, respiras, y resuelves. Y muchas veces estos muchos pases te llevan al gol de la gloria, pero también, te pueden llevar a rebuscadas fórmulas de “filosofía” que no te ayudan a ganar, pero que si te garantizan la noción del control. 2) juego veloz: que te hace vivir a mil por hora. Corres y corres buscando el arco, ese que te llevará a la victoria, pero ir tan apresurado ¿de qué sirve, si no puedes mostrar todo el talento tuyo? Es bueno también tener el control y no sólo hacer las cosas impulsivamente, porque esto, quizás te puede llevar a cometer grandes errores que te pueden llevar hasta la expulsión. 3) El pichanguero: el que estamos también acostumbrados a jugar. Todos, de pobla, jugando como se nos ocurra dentro de un espacio que sabemos que no es el correcto, jugando de la forma que sabemos que no es la correcta, pero que sin embargo nos hará disfrutan de un buen rato.
Quizás existan más formas de ver el futbol. Todos tienen una “filosofía” distinta para verlo, analizarlo, amarlo.
Por mi parte, disfruto viendo el tiki-taka, el de pase. Y en la vida real, es el que utilizo, junto al pichanguero que es el que hace que mi subconsciente se apodere de mí cuando no tengo ganas de seguir pensando, cuando quiero holgazanear.
El fútbol es para mí, como la gente: un pasatiempo. Pero también el fútbol ejemplifica muy bien la vida. 
Finalizo con algo que una vez escuché decir de un futbolista : “De toda la gente que mira y aprecia el futbol, sólo el 2% lo entiende realmente” Creo que este futbolista, tiene toda la razón y hasta podemos decir que es igual si el futbol fuera la VIDA MISMA. 


Katerine Cayupel